El Señor de Huanca es una advocación de Cristo martirizado
que se venera en la localidad peruana de Huanca, en el Cuzco, y es venerada por
peruanos en el Perú y en el exterior por ser considerada milagrosa.
Primera aparición
Al llegar los españoles, Cusco declinó su importancia
política, pero supo mantener su dignidad en medio de los avatares de la
conquista. En poco tiempo el dominio de los españoles se hizo sentir de manera
cruel y humillante, el Virreinato impuso la mita y sometió a los aborígenes del
Incario a trabajos forzados en las minas.
Sin embargo, con los españoles llegó también la palabra de
Jesucristo, que fue acogida como esperanza y paliativo del sufrimiento. En poco
tiempo los incas se identificaron con el Dios que sufría igual que ellos. Así
surgieron muchos cultos de personajes cristianos en todo el Perú. Cusco no
sería la excepción y en un lugar cercano al poblado de Chinchero, nació uno de
los más famosos cultos cristianos.
Huanca es un hermoso paraje situado en las faldas de la
montaña Pachatusan (El que sostiene el mundo), casi a las orillas del río
Vilcanota cercano a Chinchero.
En el año de [1675] el [Marquesado de San Lorenzo del
Valleumbroso|Marqués del Valleumbroso] descubre una rica veta en la mina de
Yasos, como tradición el maltrato de los incas no podía faltar. Diego Quispe era
un humilde campesino de Chinchero sometido al trabajo forzado en la mina de
Yasos.
En una ocasión un español castigaba a látigo limpio a un
indígena trabajador de la mina, Diego Quispe al ver esta situación salió en
defensa del injustamente castigado hombre.
El capataz español sin titubear mandó a encerrar a Diego,
dando la orden de que al día siguiente Diego debía ser severamente castigado.
Durante la noche Diego pensaba en el duro castigo que recibiría, y optó por
escapar, tomó el camino de Chinchero para ocultarse, para esto debía cruzar los
montes de Huanca, mientras tanto la luz del día amenazaba con delatarlo.
Así que buscó refugio, llegó a unas rocas que aglomeradas,
servían como una especie de caverna bien segura. Diego aún temeroso por el castigo
que recibiría si lo encontraban, oró todo el día el "Padre Nuestro" y
el "Ave María". Durante el día se sintieron los pasos de los
españoles que lo buscaban, sólo el poder de Dios hizo que Diego no sea
encontrado, hasta que por fin llegó la noche y Diego se dispuso a partir, al
observar el cielo se dio cuenta que no había luna. De pronto, una luz lo
deslumbraba, ante sus ojos una claridad desconocida iluminaba una escena
sorprendente.
Era Jesucristo sangrante por los azotes recibidos, Diego
estaba embargado por una emoción divina y permaneció inmóvil, casi fuera de sí,
adorando a su Redentor. En eso, Jesucristo le dio un mensaje a Diego:
"Diego ... Diego ... te he elegido para que seas una paloma, una paloma
mensajera de mi bondad y misericordia, este lugar ha sido escogido para ser
volcán de amor y un refrescante manantial de perdón, anda a tu pueblo
preséntate ante el cura, haz tu comunión y vuelve yo estaré aquí. Parte al
amanecer".
Diego se quedó dormido, rendido por el cansancio, de hambre
y por el cúmulo de emociones.
Al amanecer .... Jesucristo habló con Diego: Diego ...
levántate ...ve a tu pueblo ...
¡Taytay! No ha sido un sueño. Esto es real Cristo está aquí
... soy tu humilde siervo. Toma este obsequio, Tayta Dios. Una simple crucecita
de plata dejada al pie de nuestro señor, fue la primera adoración al Cristo de
Huanca. Con el correr de los tiempos, numerosas peregrinaciones vendrían desde
los más apartados lugares a depositar su fe en Dios.
Segunda aparición:
En junio del mismo año, Diego Quispe cumplía su misión. Un
pequeño grupo de personas partían de Chinchero. Diego guiaba al cura de
Chincheros, Urioste de la Borda, a Huanca. En la comitiva también estaban
algunos familiares de Diego, sólo ellos habían merecido el honor de conocer los
pormenores de la divina revelación. Diego había huido de una mina por eso
guardó silencio para no delatar su presencia en el pueblo. La pequeña caravana
bajó a la quebrada de Calca, cruzó las fincas de Villar y Uchumaca y empezó a
subir la cuesta de Huanca. El Cura Urioste detuvo a la caravana a mitad del
camino.
Mientras Diego le mostraba el lugar de la aparición. El cura
ordenó a Diego que entre a la caverna y se asegure de la presencia de Cristo,
en breve Diego llamó al cura y efectivamente Cristo se encontraba en la caverna
con las heridas frescas después de haber sido flagelado, mientras Diego llamó a
los demás para ser testigos de la Aparición.
Esta fue la primera peregrinación a Huanca un puñado de
humildes indígenas, sencillos, iniciaban un culto que con el tiempo convergería
a millares de almas en busca de paz. Así con el tiempo el Señor de Huanca será
al padre y médico consolador de todos los dolores.
Las tierras de Huanca eran propiedad de la orden religiosa
de los mercedarios del Cusco, por ello Diego Quispe consideró que era necesario
que ellos supieran de los extraordinarios acontecimiento. El Comendador de la
orden religiosa aceptó la palabra Diego y decidió enviar un pintor a Huanca.
Uno de los más afamados pintores de la escuela cusqueña fue
elegido para esta privilegiada labor. Diego Quispe informó al Pintor de todos
los detalles de la aparición y pintó sobre la roca viva la figura de Cristo, al
hacer su trabajo parecía que una mano divina lo guiaba. De ese modo, el retrato
del señor de Huanca inició una piadosa tradición que algunos indígenas del
lugar realizarían casi en secreto.
Por entonces el Obispo Manuel Mollinedo y Angulo gobernaba
la iglesia de Cusco, todo parece indicar que el prelado no pudo confirmar la
veracidad de la aparición, el Cura Urioste Borda sabía la verdad pero ya había
muerto antes de confirmar la aparición. Así que se decidió mantener silencio
pero la iglesia toleró el culto al Señor de Huanca y permitió que en algunas
épocas del año se celebraran los santos misterios en la pequeña capilla.
Todavía acudían en busca del Señor de Huanca pocos devotos en su mayoría
indígenas de Chincheros, su fama no alcanzaba aún los ribetes actuales.
En Lima:
En la céntrica Iglesia de la Merced, en la nave lateral
derecha se halla un retablo y en una hornacina, está la imagen del "Señor
de Huanca", dicho motivo litúrgico se halla a dos cuadras de la Plaza
Mayor de Lima. En la Iglesia de San Sebastían en el centro de Lima, también hay
por lo menos 4 imágenes del Señor de Huanca perteneciente a los diferentes
distritos o provincia de Cusco, y desde días antes se le hace misa al Señor.